La imitación se veía como una herramienta educativa en la antigüedad, pero bajo la influencia de los románticos a finales del siglo XVIII, se empezó a despreciar y desacreditar. Hoy en día, el culto a la originalidad domina la cultura, pero la imitación está ganando terreno nuevamente, ya que se ha demostrado que es un proceso de aprendizaje eficaz.
En la antigüedad, la imitación se veía como un arte que debía ser cultivado con rigor, ya que se consideraba una herramienta para alcanzar la excelencia en la educación clásica. Sin embargo, hoy en día se ve como un acto de plagio, que en casos extremos puede acabar con la carrera de un investigador. Annie Murphy Paul, en su libro The Extended Mind, explica qué produjo ese cambio de actitud entre los antiguos y los modernos.
En el sistema educativo de los romanos, los estudiantes comenzaban leyendo y analizando un texto en voz alta. Primero, con algo sencillo, como una fábula de Esopo, y luego con algo más difícil, como un discurso de Cicerón o Demóstenes. A través de diversos ejercicios, como ponerlo en sus propias palabras o traducirlo, lograban familiarizarse íntimamente con el estilo del autor.
El pedagogo romano Quintiliano abogó por el valor de la copia, argumentó que inspirarse en obras exitosas es esencial para crear arte, y que es una «regla universal de la vida» imitar lo que apreciamos en otros.
A finales del siglo XVIII se produce el quiebre. Con la llegada de la Revolución Industrial, los románticos se rebelaron contra ella, sintiéndose amenazados por la avalancha de textos producidos por la imprenta. Por eso, insistieron en la originalidad y autenticidad, buscando crear algo nuevo y fresco para destacarse de las obras de sus predecesores.
Bajo la influencia de los Románticos, la imitación no solo se dejó de cultivar, se llegó a despreciar y desacreditar activamente. Los naturalistas de finales del siglo XIX describieron la imitación como el hábito de los niños, mujeres y «salvajes», y exaltaron la expresión original como el privilegio de los hombres europeos. Fue así como la innovación se hizo con el trono, en detrimento de la imitación.
En la actualidad, el culto a la originalidad domina la cultura. Esto se evidencia en cómo la sociedad celebra a los pioneros e innovadores. El fallecido Steve Jobs fue famoso por presentar las invenciones de Apple. Los anuncios de Apple glorificaban a aquellos que rompen el molde. “Piensa diferente” fue el eslogan de un conocido anuncio publicitario.
Sin embargo, la imitación está ganando terreno nuevamente. Los seres humanos tenemos una capacidad muy desarrollada para ella, y la ciencia cognitiva muestra que la eficiencia del proceso de aprendizaje aumenta considerablemente cuando integra la imitación en el mismo.
