¿A quién no le ha pasado que, a pesar de estudiar un montón de horas para una prueba, le fue mal?
Preparar bien un examen requiere múltiples sesiones de estudio separadas en el tiempo. Lo recomendable es dejar que la materia se empiece a olvidar antes de repasarla. Cuando esto sucede notamos que tenemos que hacer un esfuerzo por recordarla, y es justo ese esfuerzo el que produce aprendizaje al vincularnos de manera activa con el contenido. Es por eso que concentrar el estudio en las horas previas a una prueba no es recomendable, la relación con la materia es más superficial, y está comprobado que la mayor parte de lo estudiado se olvida rápidamente – curva del olvido.
Aquí surge una de las múltiples paradojas que caracterizan el proceso de aprendizaje: distribuir el estudio, en vez de concentrarlo, hace que la materia se olvide, y esforzarnos entonces por recordarla aumenta la retención. En palabras de Robert y Elizabeth Bjork, el olvido es el aliado del aprendizaje.
El olvido es el aliado del aprendizaje
Robert y Elizabeth Bjork
Sin embargo, nuestra intuición nos guía en la dirección contraria, preferimos calentar la materia porque sentimos que nuestros conocimientos aumentan. Estamos en presencia de un espejismo, pensamos que sabemos más de lo que realmente sabemos, y eso se transparenta al dar la prueba. Muy tarde para remediarlo.